Agencia Excélsior. Junio 18, 2025.
Esta es una de las dudas más comunes entre madres, padres y cuidadores primerizos, sobre todo en climas calurosos o cuando el pequeño empieza a mostrar más curiosidad por lo que hay en el vaso y en todo su entorno.
Aunque beber agua es algo básico para todos los seres humanos y en teoría es algo muy seguro, en los primeros meses de vida no es así. La respuesta a esta pregunta tiene fundamentos basados en la pediatría y medicina, y entenderlos puede marcar una diferencia clave en el desarrollo saludable del bebé.
Aunque parezca algo extraño y sin importancia porque antes se hacía con toda normalidad, las investigaciones médicas dicen que un bebé puede comenzar a tomar agua a partir de los seis meses de edad.
Porque hasta antes de ese tiempo, su cuerpo y sistema digestivo aún es inmaduro para procesar líquidos y sustancias diferentes a la leche materna o fórmula, y darles agua de forma anticipada puede provocar muchos más riesgos que beneficios.
Después del medio año de vida es cuando inicia la alimentación complementaria, justo en ese momento se puede introducir agua, pero en pequeñas cantidades. No se trata de sustituir la ingesta de leche ni llenar su estómago, sino de acompañar gradualmente la transición hacia otros alimentos.
La mejor forma de comenzar con el agua es en forma sorbos durante las comidas, sin forzarlo, para que su organismo y sus hábitos comiencen a adaptarse. Aunque la leche sigua siendo su principal fuente de nutrición, ya es seguro que beba un poco de agua, sobre todo si se siente un clima cálido o ha empezado a consumir alimentos más sólidos
Como te lo mencionamos anteriormente, durante los primeros seis meses de vida, el sistema digestivo del bebé es muy sensible y aún no está listo para digerir ni procesar agua o algún otro tipo de líquido. Lo anterior se debe a que la leche materna o la fórmula proporcionan todo lo que necesita, como nutrientes, energía, hidratación y defensas.
Darle agua en ese periodo no solo es innecesario, sino que puede interferir con su nutrición, ya que el estómago del bebé es tan pequeño que el agua puede llenarlo fácilmente y reducir su apetito por la leche, afectando su crecimiento y desarrollo nutricional.
Otro riesgo del que muy pocas personas hablan es del desequilibrio de los electrolitos. Si un bebé muy pequeño toma agua en exceso, sus riñones todavía inmaduros pueden no filtrar adecuadamente, lo que puede diluir el sodio en su sangre y provocar una condición conocida como intoxicación por agua.
Aunque darle de beber agua puede parecer inofensivo, esta práctica puede generar consecuencias graves, como convulsiones o pérdida de conciencia. Por eso, los especialistas en salud infantil coinciden en que no se debe dar agua antes de que cumpla medio año de vida.