Agencia Uno TV. Marzo 21, 2025.
Los binomios caninos del Ejército Mexicano no portan armas, pero juegan un papel crucial en la seguridad nacional; desde la detección de explosivos hasta el rastreo de narcóticos y la búsqueda de personas en desastres naturales, sus perros son una pieza clave en algunas operaciones militares.
Diario, en punto de las 8:00 horas, más de una docena de cabos se da cita en las inmediaciones del Campo Militar 1-A, en Naucalpan, Estado de México, para comenzar con sus prácticas.
Cada soldado, en compañía de un perro, cumple la rutina impuesta por el instructor, el Sargento Segundo Policía Militar Nicolás Romero Negrete.
Cuando un elemento recibe la orden, libera a su perro y le indica —con voz firme— los pasos a seguir en un circuito con túneles, plataformas, escalones y obstáculos que deben superar a gran velocidad.
“Muy bien, muchacho”, se puede escuchar al terminar cada ejercicio. Seguida de esta acción, como recompensa, los canes reciben caricias o juguetes que los motivan a continuar obedeciendo el resto del día.
“Trabajamos por periodos de 10 a 20 minutos, con descansos de 40 minutos, hasta las 11:50 de la mañana, que es cuando suspendemos; de las 14:00 a las 16:30 horas, retomamos actividades”, explicó el instructor Romero.
Una vez que los cachorros han cumplido con su rutina diaria, es hora de la comida, la cual es proporcionada por el elemento que está a cargo de él.
De acuerdo con los especialistas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), los animales son alimentados una sola vez al día por razones de seguridad, pues realizan actividades físicas intensas que podrían exponerlos a torciones gástricas si consumen croquetas antes de ser entrenados.
Los perros de la Sedena viven en el Campo Militar 1-A, aunque también participan en exhibiciones, entrenamientos y operativos en zonas de desastre, ya sean naturales o provocadas por el ser humano
Estos peludos tienen la oportunidad de salir de la ciudad, o del país, si es que sus habilidades son requeridas.
Recordemos que, en 2023 Turquía fue sacudido por un sismo de 7.8 que dejó como saldo más de 50 mil muertos y cientos de personas atrapadas en los escombros. Debido a la característica solidaridad de México, el Gobierno envió a un escuadrón de las Fuerzas Armados que colaboró en la búsqueda y rescate.
En dicho evento, Proteo, binomio del cabo Juan Carlos Villeda Márquez, perdió la vida como consecuencia del clima frío y húmedo que azotaba al país en esa temporada.
Aunque hoy en día se ha visto una gran apertura para que perros de todas las razas y mezclas asistan a los seres humanos en sus labores, la Sedena sólo se encarga de producir y proporcionar a su personal dos tipos de canes:
“Este tipo de animales son todoterreno. Por sus características físicas, se adaptan a cualquier clima y actividad”.
Dentro del Campo Militar 1-A hay cinco especialidades:
Para saber a qué área van a mandar a cada cachorro, se le estimula desde pequeño y se observa cuáles son sus habilidades.
“Hay unos a los que les gusta morder mucho, entonces los mandamos a guardia y protección, pero nos tenemos que cerciorar que no sean animales agresivos; tienen que estar equilibrados para desempeñar cualquier tipo de actividad con nosotros”, agregó el instructor Romero.
El Sargento Segundo Policía Militar Nicolás nos explicó que los canes perfectos para la búsqueda y detección de enervantes son los más activos y juguetones. Les gusta mucho la pelota y tienen instinto investigativo.
Dichos ejemplares suelen trabajar en aduanas, puestos de seguridad y lugares donde se maneja paquetería.
Aunque no ha ocurrido hasta ahora, el cabo Juan Carlos Villeda Márquez explica que si un perro no se adapta a su especialidad, se le asigna otra área donde pueda desempeñarse mejor.
Esta labor comienza con cada individuo que integra la pareja humano-perro. La Sedena evalúa los gustos y preferencias de cada soldado, y selecciona a aquellos que tienen gusto por los animales para capacitarlos como manejadores de canes.
“El personal viene a un curso básico que dura ocho semanas para aprender principios básicos de adiestramiento y aprenden de paciencia y empatía”.
La capacitación de los soldados comienza conociendo qué es y para qué sirve la correa y el collar; si tienen alguna inseguridad respecto a los pastores, en esta parte de su profesionalización, la pierden.
También se les dan instrucciones precisas sobre el cuidado y manejo de quienes serán sus compañeros de cuatro patas: hábitos de limpieza del ejemplar, de su jaula y su alimentación.
Los perros llegan a los cuatro meses de edad a las instalaciones, para comenzar con su periodo de socialización: “Se trata de ambientar al animal al medio en el que se va a desenvolver. Juega a cruzar obstáculos, a permanecer en espacios reducidos; se acostumbran a los ruidos fuertes para que no se asusten con facilidad. Es donde aprenden a ser equilibrados”, agregó Romero.
Después viene la impronta, una etapa similar al preescolar, donde los cachorros aprenden a interactuar con su entorno.
Una vez que ambas partes han superado la primera etapa, llega el momento de “unir las piezas” para ser capacitadas como una pareja de trabajo durante 16 semanas.
El humano se familiariza con el peludo, y viceversa; el perro recibe instrucciones y aprende por repetición y memoria mecánica, que deriva de su memoria muscular y sus instintos naturales hasta el punto de que hace las cosas de forma automática, sin pensarlo.
A cambio de cumplir con sus labores, los lomitos reciben un premio o recompensa que es llamado elogio. Consiste en un juguete acompañado de palabras positivas y caricias, que también ayudan a formar un vínculo entre los dos individuos.
Si los perros no acatan una instrucción, se les aplica como correctivo una especie de regaño que sólo consiste en el uso del tono de voz fuerte y contundente.
Cabe destacar que, al desarrollar un vínculo afectivo y de confianza, son los mismos manejadores quienes se encargan de alimentar, pasear y supervisar a sus canes, y tienen que reportar a los veterinarios cualquier anomalía en su estado de salud o ánimo. Nadie los conoce mejor, así que otro elemento no podría detectar con tanta facilidad un problema con el animal.
Después de cuatro meses, el dúo está listo para especializarse.
Ocho años de servicio son suficientes para estos soldados de cuatro patas. Al retirarse, algunos encuentran un hogar con su manejador, otros son adoptados y unos más permanecen en las instalaciones de la Sedena. Sin embargo, todos comparten el honor de haber servido a México.
Personal de la Sedena suele lanzar convocatorias por medio de la Federación Canófila Mexicana para buscarle casa a sus veteranos peludos, y entre los requisitos básicos para calificar como último cuidador se encuentran: