Agencia El Universal. Septiembre 12, 2024.
El kintsugi o el arte japonés de la reparación con oro, no solo se trata de embellecer objetos de cerámica rotos, sino que encierra una profunda lección sobre la vida, la resiliencia y la felicidad. Esta técnica, que data de finales del siglo XV, consiste en restaurar cerámicas utilizando barniz mezclado con polvo de oro, plata o platino. Las grietas no se ocultan, sino que se destacan, convirtiéndose en hermosas líneas doradas que simbolizan la historia y las cicatrices del objeto.
Esta filosofía tiene implicaciones poderosas para nuestra salud emocional. En lugar de tratar de esconder nuestras “grietas” emocionales, el kintsugi nos invita a aceptarlas, a verlas como parte de nuestra historia personal y a entender que, al igual que la cerámica reparada con oro, nosotros también podemos ser más bellos y fuertes después de haber superado adversidades.
La doctora Sue Varma, profesora de psiquiatría clínica en la Universidad de Nueva York, ha explorado cómo este arte milenario puede aplicarse a nuestras vidas. En su libro Optimismo práctico (2024), Varma expone que la esencia del kintsugi es una metáfora del optimismo práctico: la capacidad de lidiar con las dificultades, trabajando con nuestras “grietas” internas para crear una versión más fuerte y hermosa de nosotros mismos.
Pero más allá de su impacto en el bienestar emocional, esta mentalidad kintsugi también puede influir en la longevidad. Un estudio de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard reveló que las personas optimistas tienden a vivir entre un 11 y un 15% más que los pesimistas. Este optimismo les permite regular mejor sus emociones, manejar el estrés y recuperarse de las adversidades, lo que contribuye a una vida más larga y saludable.
La doctora Varma propone una técnica emocional inspirada en el kintsugi para enfrentar las dificultades: las 4C del afrontamiento saludable. Este enfoque nos ayuda a sanar emocionalmente de manera efectiva, convirtiendo nuestras cicatrices emocionales en líneas doradas que nos fortalecen.
Adoptar la mentalidad kintsugi no solo nos ayuda a sanar emocionalmente, sino que también puede incrementar nuestra longevidad. Al aceptar nuestras imperfecciones y usarlas como oportunidades para crecer, podemos vivir más felices, más sanos y durante más años.