Agencia Excélsior. Enero 02, 2024.
En las entrañas de Michoacán, el volcán Tancítaro, aunque considerado “muerto” en términos volcánicos, ha despertado la preocupación de los científicos. A pesar de su relativo olvido en comparación con los volcánicos más sonoros como Colima, Popocatépetl y La Malinche, investigadores del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS) han revelado que este estratovolcán ha registrado erupciones considerables y actividades sísmicas notables en las últimas dos décadas.
El doctor Román Álvarez Béjar, investigador del IIMAS y experto en Física Matemática, señala que, a pesar de su condición de “muerto”, el Tancítaro ha experimentado una serie de erupciones que lo distinguen de la percepción general. Comparándolo con sus contrapartes más ruidosas, Álvarez Béjar afirma que el Tancítaro es el olvidado de la región, un volcán que ha estado activo en la sombra de su fama. Este experto resalta que, en contraste con otros como el de Toluca, que también está activo, el Tancítaro merece atención especial.
El estudio realizado por Álvarez Béjar, en colaboración con Miguel Camacho y Elizabeth Rivera-Calderón, aborda una serie de fenómenos volcánicos, desde la sismicidad hasta la presencia de cenizas, con el objetivo de comprender mejor lo que ocurre en el interior de los volcanes Tancítaro y Paricutín.
La región volcánica Michoacán-Guanajuato cuenta con alrededor de mil 400 estructuras volcánicas, entre las cuales se encuentran notables como el Paricutín (1943) y el Jorullo (1759). Se estima que la aparición de nuevos volcanes en esta área sucede aproximadamente cada 600 años. Aunque el Tancítaro ha estado en gran medida fuera del foco de atención, la intensa actividad sísmica registrada en los últimos años ha despertado la curiosidad y la preocupación de los científicos.
Álvarez Béjar destacó que, en particular, se ha especulado sobre la posibilidad de que surja un nuevo volcán cerca del Paricutín debido a la actividad sísmica significativa en la zona. Para abordar estas preocupaciones, los investigadores analizaron datos sísmicos de las últimas dos décadas (2003-2023), incluyendo intervalos de profundidad que van desde 5 hasta 40 kilómetros, así como observaciones satelitales.
Los resultados revelan un patrón preocupante de sismicidad en diferentes niveles de profundidad del Tancítaro. Entre 1 y 5 km de profundidad, se identifica un enjambre de sismos al noroeste del volcán; de 5 a 10 km, esta tendencia se mantiene; y de 10 a 15 km, el número de movimientos telúricos aumenta, indicando inyecciones de material que provocan rupturas en las rocas y generan sismos que señalan movimientos importantes en la zona.
El experto destaca que tanto el Tancítaro como el Paricutín y las regiones circundantes demuestran una actividad sísmica intensa, que en términos generales sugiere la irrupción de materiales magmáticos desde la corteza inferior. Ante estos hallazgos, Álvarez Béjar enfatiza la necesidad de una vigilancia constante de todos los estratovolcanes mexicanos, incluyendo el Iztaccíhuatl, el Pico de Orizaba y aquellos que presentan manifestaciones diferentes, como la caldera de Los Humeros en Puebla.