Agencia Excélsior. Mayo 10, 2024.
En el país hay cuatro millones 156 mil 460 mujeres que son mamás y que están disponibles e interesadas en trabajar, pero que no pueden tener acceso al mercado laboral.
Así lo marcan las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del cuarto trimestre de 2023, en las cuales, el 95% de ellas reporta no poder incorporarse al mercado laboral por estar en labores domésticas y de cuidados.
Esto contrasta con las 343 mil 598 mujeres con hijos que están clasificadas como desocupadas abiertas, lo que significa que no sólo quieren un empleo, sino que están en la búsqueda de uno.
Lo anterior significa que, por cada mamá que anhela trabajar y está buscando activamente un empleo, hay 12 que no pueden siquiera buscar uno, debido, la mayoría de las veces, a su condición de cuidadora.
Fernanda García, directora de Sociedad Incluyente del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), explicó a Excélsior que la mayoría de las mujeres son las cuidadoras de hijos y de adultos mayores, situación que por la carga de trabajo de atender el hogar, les impide entrar al mercado laboral con remuneración.
Expresó que las madres que pueden trabajar son quienes tienen una red familiar de cuidados, y por esta razón, es necesario que como país repensemos estos roles.
“Se trata de ver cómo le hacemos para delegar la carga, no sólo que los hombres se involucremen más, sino también al Estado y a las empresas”, dijo.
Enfatizó que, en el caso de indicadores laborales para las mujeres, éstos no han cambiado en los últimos 20 años. pues la tasa de participación, la brecha salarial y la tasa de informalidad están casi en los mismos niveles hoy respecto de las cifras de 2005.
“Esto en parte obedece a la desigual distribución de los cuidados y por eso casi todo funcione igual. Destaca, por ejemplo, que las leyes laborales no han evolucionado en los últimos 50 años”, señaló la especialista del Imco.
Sobre esto último, comentó sobre los permisos de paternidad, que en 2012 se incluyeron en la ley para reconocer que las mujeres trabajan, pero apenas les dan cinco días a los padres, en contraste con las madres a quienes les dan 30 días, reforzando el estereotipo de cuidados para ellas.
La directora de Sociedad Incluyente también se refirió a que se requiere una mayor flexibilidad laboral para las madres, pues los empleos siguen demandando demasiada presencialidad, en el cual se premia estar “disponible 24/7” y estar en una oficina.
“Si una madre no tiene una red familiar que le permita el cuidado de sus hijos, ese rol recaerá sobre ella”, expresó.
Para ello, dijo que se requieren programas como las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, desaparecidas en este gobierno, y que tenían la ventaja que se dirigían hacia la población de mujeres más vulnerable y desprotegida, que son las que trabajan en la informalidad.
García expresó que es necesario implementar un sistema nacional de cuidados, pero en lo que se implementa a nivel federal, los estados pueden jugar un rol importante.
Puso de ejemplo a las escuelas de tiempo completo, cuyo costo sería entre 0.5 y 5% del presupuesto anual de educación de las entidades federativas, y que podría beneficiar a 3.6 millones niños y niñas, y a sus respectivas madres.
“El rol que pueden tener los estados es importante. Las empresas también tienen un rol fundamental, implementando buenas prácticas para mujeres, equidad salarial, horarios flexibles. Es decir, no hay que esperar a que el gobierno federal o el Congreso de la Unión hagan algo para poder avanzar”, comentó.