Agencia Excélsior. Octubre 31, 2024.
En la ofrenda del Día de Muertos, entre el cempasúchil y el papel picado, se encuentra el pan de muerto, un alimento emblemático de esta tradición mitad prehispánica y mitad española. Pero, ¿cómo este pan honra a los santos difuntos?
El pan de muerto, como lo concebimos hoy en día, es un bollo de harina de trigo decorado con pequeños huesos en forma de cruz. Se introdujo en los recetarios del país a mediados del siglo XX.
Antes de ello, para su preparación se empleaban amaranto, maíz seco y miel, mezcla conocida como papalotlaxcalli, la cual tenía forma de mariposa como representación de los dioses. Con la llegada de los españoles, esta creencia se fusionó con el pan de ánimas de la iglesia católica.
El pan de muerto es más que un alimento; es un homenaje a los difuntos y una manifestación de la rica cultura mexicana. Decorado con “huesos” y “lágrimas” de masa, este pan simboliza el ciclo de la vida y la muerte. Los “huesos” representan a los difuntos, y la forma circular del pan alude a la continuidad de la vida. El azúcar en la superficie se asocia con la dulzura del recuerdo de aquellos que han partido.
En cada región del país, el pan de muerto adquirió diversas formas y sabores según la cultura local. De ahí que existan más de 20 tipos de pan de muerto. En el centro de México, se aromatiza con esencia de azahar, un símbolo de los recuerdos de los seres queridos. En otros lugares, como Oaxaca o Puebla, se añaden ingredientes como anís o semillas de ajonjolí, reforzando el simbolismo de la abundancia y la cosecha.
El origen del pan de muerto se remonta a la época prehispánica, cuando las culturas mesoamericanas realizaban rituales dedicados a sus dioses. En estas ceremonias se ofrecían panes hechos de amaranto y otros ingredientes, mezclados en ocasiones con sangre humana como parte de un sacrificio. Con la llegada de los españoles, estas prácticas se transformaron, sustituyendo el sacrificio por el uso de pan de trigo y agregando azúcar como símbolo de la purificación del alma.
El pan de muerto es una pieza central en los altares del Día de Muertos, colocándose como una ofrenda para los espíritus que visitan a sus seres queridos. La forma del pan y sus adornos no solo embellecen la ofrenda, sino que también simbolizan la guía hacia el mundo de los vivos. Junto con el incienso y las flores de cempasúchil, el aroma del pan crea un ambiente propicio para recibir a los difuntos.
El pan de muerto se elabora con ingredientes básicos como harina, huevo, mantequilla, azúcar y levadura, pero sus elementos decorativos son los que le otorgan un profundo significado simbólico:
Más allá de ser un delicioso manjar, el pan de muerto es un símbolo espiritual y cultural que ha sido transmitido de generación en generación, siendo fundamental en la celebración del Día de Muertos.