Agencia Infobae. Febrero 20, 2024.
Los perros domésticos (canis familiaris) son el carnívoro más extendido en el mundo: con una población estimada de mil millones de individuos, están presentes en casi todas las áreas donde se encuentran los humanos. A través del simple acto de compartir espacio físico, las personas interactúan directamente con los perros en muchos contextos y deben utilizar diferentes acciones para comunicarse de manera efectiva.
Las señales visuales se utilizan como alternativas comunicativas tanto en las interacciones entre humanos como entre perros. En particular, los atributos de la cola, como la posición y el movimiento, proporcionan señales informativas fácilmente observables, que los humanos utilizan para inferir los estados internos de los perros. El movimiento de la cola, definido como la acción repetitiva de la cola, puede ser uno de los comportamientos animales más llamativos que los humanos pueden observar.
Cuando se trata del movimiento de la cola entre los perros, algunas preguntas aún acosan a los investigadores. Aunque, se sabe que los perros domesticados usan sus colas para comunicarse tanto con otros perros como con humanos e incluso lo hacen con varios tipos de movimientos, el modo y las aseveraciones científicas detrás de ese acto, entrañan algunas inquietudes sin descifrar.
Desde el Instituto Max Planck de los Países Bajos, en una nueva revisión publicada en Biology Letters, se ha logrado identificar por qué los perros parecen menear más sus colas que otros caninos o incluso cuánto de ese movimiento está bajo su control.
Entre todos los posibles comportamientos animales que los humanos experimentan en la vida cotidiana, el movimiento de la cola del perro doméstico es uno de los más comunes. Pero gran parte de esa actitud seguía siendo un enigma científico. Para ahondar en datos en este misterio, el equipo de trabajo examinó minuciosamente estudios previos para descubrir qué elementos del movimiento de la cola se comprenden y cuáles siguen siendo misteriosos. También formularon hipótesis sobre los orígenes del comportamiento: tal vez el movimiento de la cola aplaca alguna necesidad humana de ritmo o tal vez sea un acompañamiento genético, un rasgo ligado a otros que los humanos criaron en perros domesticados.
La gente piensa que cuando un can mueve la cola es sinónimo de un perro feliz. Pero en realidad es mucho más complicado que eso. Comprender este fenómeno es importante en parte desde la perspectiva del bienestar animal, ya que podría ayudar a los dueños de perros a leer mejor las señales de sus compañeros.
Una cosa importante que los investigadores saben sobre el movimiento de la cola es que se usa predominantemente para comunicarse en lugar de para la locomoción, como una ballena, o para ahuyentar insectos, como un caballo. Menear también significa cosas diferentes dependiendo de cómo se mueve la cola, su altura o su movimiento de lado a lado. Por ejemplo, cuando la cola se mueve más hacia la derecha, dicen los investigadores, normalmente significa que el perro está interesado en un estímulo o quiere acercarse a algo. Pero cuando se mueve más hacia la izquierda, indica incertidumbre o deseo de retirarse. Cuando se mueve hacia abajo y cerca de las piernas, es un signo de sumisión o inseguridad. Los perros pueden interpretar y reaccionar de manera diferente a estos variados movimientos.
Pero ante un comportamiento tan ubicuo, abundan las preguntas. Una brecha es cuánto movimiento de cola está bajo el control consciente de los perros. Varios estudios también han observado que los perros mueven la cola más que otros caninos, particularmente en comparación con su pariente más cercano, el lobo (C. lupus), pero los científicos aún no saben por qué.
Una idea es la hipótesis del movimiento rítmico domesticado. Los científicos saben que el cerebro de los humanos responde positivamente al ritmo, y debido a que mover la cola es un comportamiento rítmico, los autores sugieren que podría ser que los humanos, consciente o inconscientemente, prefirieran los perros que se menean más.
O la hipótesis del síndrome de domesticación podría estar en juego. Es una teoría existente que sostiene que pueden aparecer rasgos no deseados y genéticamente vinculados cuando se crean otros específicos mediante la domesticación. Quizás las características caninas que los humanos consideraban deseables para criar, como el temperamento, podrían estar genéticamente relacionadas con el movimiento de la cola.
Un enfoque multidisciplinario sería útil en futuras investigaciones combinando, por ejemplo, neurología, cognición y fisiología. Debido a que el proceso de domesticación también fue un proceso evolutivo, en el que participaron los humanos, estudiar el comportamiento de los perros y sus movimientos también podría revelar algo sobre nosotros. Puede arrojar luz, no sólo sobre nuestra comprensión del comportamiento de los perros, sino también sobre la psicología humana.