Agencia Infobae. Noviembre 07, 2024.
El debate sobre si los perros o los gatos son más cariñosos y afectuosos con sus dueños fascinó a amantes de ambos animales durante años. Un estudio realizado en el marco de un programa de la BBC titulado Cats vs Dogs intentó resolver esta cuestión a través de un análisis químico que mide el nivel de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”. Sin embargo, a pesar de los resultados obtenidos, los expertos argumentan que las conclusiones no son tan sencillas y que, al comparar estas dos especies, es crucial entender sus diferencias biológicas y de comportamiento.
El neurocientífico Paul Zak midió la respuesta de perros y gatos a la interacción con sus dueños a través de pruebas de oxitocina, una hormona que se libera en momentos de vínculo social y se asocia con el afecto en humanos y animales. Zak recolectó muestras de saliva de ambas especies de animales domésticos antes y después de una sesión de juego de diez minutos con sus dueños para analizar el incremento en los niveles de oxitocina.
Los resultados revelaron que los perros mostraron un aumento promedio de 52,7% en los niveles de oxitocina tras interactuar con sus dueños, mientras que en los gatos este aumento fue solo del 12%. A partir de estos datos, Zak concluyó que los perros “aman” a sus dueños cinco veces más que los gatos, si se mide este sentimiento en términos de oxitocina. Pero, ¿es realmente tan simple? Los especialistas consideran que esta interpretación puede ser limitada al no tomar en cuenta las particularidades de cada especie.
La oxitocina es una hormona que se produce en el cerebro y que refuerza el vínculo emocional en diversas especies de seres vivos, incluyendo a los humanos. Se libera en grandes cantidades durante momentos de proximidad y afecto, como el contacto físico, y juega un papel importante en el apego materno y en las relaciones sociales en general. Sin embargo, mientras que en los perros la oxitocina actúa de manera muy similar a como lo hace en los humanos, generando una fuerte conexión social, el impacto de esta hormona en los gatos es menos conocido y podría ser diferente.
El contexto evolutivo y biológico de cada animal tiene un papel importante en la forma en la que responden a esta hormona. Los perros, descendientes de los lobos y adaptados a vivir en grupo, desarrollaron un vínculo especial con los humanos a lo largo de milenios de domesticación. En cambio, los gatos, que son cazadores solitarios por naturaleza, fueron domesticados mucho más recientemente y su independencia y territorialidad los hacen menos propensos a formar vínculos sociales en la misma medida que los perros.
Mientras los perros tienden a buscar y demostrar afecto a través de la interacción física, los gatos tienen formas de expresar su apego que pueden pasar desapercibidas. Al ser animales menos dependientes y más territoriales, su lenguaje afectivo suele estar marcado por señales sutiles. Por ejemplo, un gato que se frota contra su dueño, se acurruca cerca o ronronea, está demostrando un tipo de apego que, aunque distinto al de un perro, también representa una forma de cariño y reconocimiento hacia la persona.
Ciertos estudios sugieren que los gatos reconocen a sus dueños y reaccionan a sus emociones de manera similar a como lo haría un perro, aunque prefieren mantener cierta distancia. También se observó que los gatos pueden rastrear la ubicación de sus dueños a través de la voz y responden de manera positiva cuando éstos les sonríen. Estas formas de comportamiento sugieren que, aunque menos demostrativos, los gatos también desarrollan un vínculo con sus dueños, adaptado a su propia naturaleza.