Agencia Excélsior. Octubre 03, 2024.
Reproducir un sonido monótono estimula la actividad de un hongo microscópico en el subsuelo que contribuye al crecimiento de las plantas, sugiere un estudio publicado el miércoles, lo que plantea la posibilidad de que tocar música podría ser benéfico para cultivos y jardines.
Si la música ayuda o no a que las plantas crezcan ha sido un tema de debate científico durante mucho tiempo.
El programa de televisión estadunidense Mythbusters incluso lo probó. Las plantas expuestas al death metal y a la música clásica crecieron un poco mejor que las que estaban en silencio, pero los resultados fueron considerados inconclusos.
Sin embargo, dado que el mundo vegetal enfrenta una serie de desafíos causados por el ser humano —incluyendo la erosión, la deforestación, la contaminación y una creciente crisis de extinción— cada vez se teme más por el futuro de la biodiversidad y los cultivos del planeta.
Según el nuevo estudio, publicado en la revista Biology Letters, “el papel de la estimulación acústica en la recuperación de los ecosistemas y los sistemas alimentarios sostenibles sigue sin ser explorado”.
Basándose en trabajos anteriores que expusieron bacterias E.coli a ondas sonoras, un equipo de investigadores australianos decidió evaluar el efecto que tiene el sonido en la tasa de crecimiento y la producción de esporas del hongo Trichoderma harzianum.
Este hongo se usa a menudo en la agricultura orgánica por su capacidad de proteger a las plantas de patógenos, mejorar los nutrientes en el suelo y promover el crecimiento.
Los investigadores construyeron pequeñas cabinas de sonido donde introdujeron placas de laboratorio llenas de hongos.
En lugar de música pop, reprodujeron “Tinnitus Flosser Masker a 8 kHz”, un audio extraído de uno de los muchos videos de ruido blanco en YouTube, que están destinados a aliviar el tinnitus o ayudar a los bebés a dormir.
“Es como el sonido de una radio antigua cuando cambiabas de canal”, dijo a AFP Jake Robinson, autor principal del estudio de la Universidad Flinders. “Elegimos este tono monótono por razones experimentales controladas, pero podría ser que un paisaje sonoro más diverso o natural sea mejor”, añadió.
Las placas fueron expuestas a este sonido a un nivel de 80 decibelios durante media hora al día.
Después de cinco días, el crecimiento y la producción de esporas fueron mayores en los hongos que estuvieron expuestos al sonido, en comparación con los que estuvieron en silencio.
Aunque está lejos de ser definitivo, los investigadores sugirieron algunas posibles razones para este fenómeno.
La onda acústica podría convertirse en una carga eléctrica que estimula al hongo, lo que se conoce como el efecto piezoeléctrico.
Otra teoría involucra pequeños receptores en las membranas de los hongos llamados mecanorreceptores.
Esos mecanorreceptores son comparables a los miles que alberga la piel humana, y que juegan un papel esencial en nuestro sentido del tacto, respondiendo a la presión o vibración.
“Podría ser que las ondas sonoras estimulen estos mecanorreceptores en los hongos, lo que desencadena una cascada de eventos bioquímicos que activan o desactivan genes, como aquellos responsables del crecimiento”, explicó Robinson.
“Nuestra investigación preliminar sugiere que los hongos responden al sonido, pero aún no sabemos si esto beneficia a las plantas. Así que este es el siguiente paso”, agregó.
“¿Podemos influir en las comunidades microbianas del suelo o de las plantas en su totalidad? Acelerar el proceso de restauración del suelo estimulándolo con paisajes sonoros naturales? ¿Qué impacto podría tener esto en la fauna del suelo?” se pregunta este científico.