Agencia Marca. Noviembre 25, 2024.
Los Vaqueros de Dallas se encuentran sumidos en una profunda crisis que se percibe más aguda aun por el dinero que han invertido para hacer que esta campaña la historia tuviera el desenlace soñado por los aficionados por años: ver a los Cowboys de vuelta al Super Bowl.
Pero el delirio no termina ahí, pues la franquicia tiene ya muy presentes los problemas que se vienen para el 2025.
Dallas Cowboys han blindado a Dak Prescott y CeeDee Lamb con extensiones contractuales, pero esto puede tener serias implicaciones para la próxima campaña.
El mariscal firmó un contrato de extensión de cuatro años por $240 millones de dólares, convirtiéndose en el jugador mejor pagado en la historia de la NFL.
Al finalizar la temporada regular de 2024, Dak Prescott se llevará a casa $81.25 millones, de los cuales $75.458 millones corresponden a un bono de firma, y, para marzo de 2027, $231 millones estarán garantizados.
Por otro, Lamb ha firmado una extensión de cuatro años por un valor de $136 millones, según varios informes. El acuerdo incluye $100 millones en dinero garantizado y un bono de firma récord de $38 millones para un receptor abierto, lo que convierte a Lamb en el segundo jugador que no es quarterback mejor pagado en la historia de la NFL.
El hecho de blindar a este par de jugadores con contratos exorbitantes puede impactar la capacidad de los Cowboys para retener a otros jugadores, o sumar piezas vía agencia libre.
Los Cowboys han usado desde hace tiempo las tajadas de un pastel como metáfora para el tope salarial. Solo hay un número limitado de rebanadas, y como resultado, entre más se lleva un jugador, menos hay para el resto, lo que dificulta mantener intacto a un buen plantel.
La vigencia del contrato importa casi tanto para los Cowboys como el dinero. Entre más largo es el convenio, mayor flexibilidad tienen con respecto al tope salarial, pero los jugadores desean acuerdos más cortos para, potencialmente, volver a cobrar en poco tiempo.