Agencia Mujer Hoy. Julio 30, 2024.
La prosa promocional de ‘Catherine, the Princess of Wales, the Biography’, el libro que publica este 1 de agosto el periodista Robert Jobson habla de «moderno cuento de hadas» para describir la llegada al seno de los Windsor de Kate Middleton, ahora convaleciente y descansando. Como argumento de autoridad esgrimen la amplia trayectoria de este experto en casas reales que, según esa misma retórica, nos desvela qué se esconde detrás de los titulares de prensa y los comunicados, los acontecimientos que creemos conocer y los que realmente pasaron.
En estos días, Daily Mail, medio enemigo, vía tribunales, de los Sussex, está publicando en exclusiva algunos extractos que nos desvelan que la mujer del príncipe Guillermo es mucho más influyente en el seno de la institución de lo que podría parecer. También que su marido es bastante inflexible. Por ejemplo, incide en la rehabilitación pública paulatina del príncipe Andrés y del rol cada vez más visible de su exmujer, Sarah Ferguson. Un guante que el príncipe de Gales no quiere coger: no estaría dispuesto a perdonar, como Carlos III a su hermano (en cierta medida).
El autor recuerda que el príncipe Harry había recibido a Kate como la hermana que nunca había tenido. Padrino de su boda, en su discurso señaló incluso que su madre, Lady Di, hubiera estado orgullosa de ella. Y calificó al príncipe Guillermo como «el hermano perfecto». Su relación era excelente, estuvo en el bautizo del príncipe George (la lista de invitados era muy restringida y dejó fuera a otros miembros de la familia), recibió una foto de su sobrina Charlotte antes de que saliera del hospital… En 2016 lanzaron una campaña conjunta a través de The Royal Foundation para poner el foco en la salud mental y la llegada a sus vidas en 2017 de Meghan Markle hizo que la prensa les diera el sobrenombre de ‘Los fabulosos cuatro’.
Destaca el autor que Kate Middleton dijo a los medios que estaban encantados con el matrimonio, pero que Guillemo había pedido a su hermano al conocer la pareja que enfriara un poco los acontecimientos, que se lo tomara con calma. Fue el comienzo del fin de la relación entre ambos hermanos. Señala que la que fuera protagonista de la serie ‘Suits’ se había quedado sorprendida con el lujoso estilo de vida de los Cambridge y que eso empezó a pasar factura en el devenir de las parejas.
Según el libro, empezó a haber rivalidad entre los hermanos e incluso competitividad y pequeñas puñaladas mediáticas. La tensión fue en aumento, los rumores también, y la brecha famliar fue difícil de ocultar. Se llegó a publicar que Kate Middleton había roto a llorar durante la prueba del vestido de dama de honor de la princesa Charlotte. Después Meghan lo desmintió y aseguró que había sido ella la que había acabado llorando por culpa de su cuñada y que ese había sido un punto de inflexión en su relación. Hubo quienes aseguraron que llorar era algo que Meghan podía hacer sin dificultad: es actriz.
Aunque Guillermo fue el padrino de la boda, según el autor, el ahora príncipe de Gales había pedido a su abuela, la reina Isabel II, que impidiera que llevara joyas de su madre, Diana de Gales, como había hecho Kate. La boda discurrió aparentemente sin fricciones y ambas parejas trataron de limar sus asperezas después de que los Sussex llegaran de su luna de miel en Sudáfrica, pero ya se sabe, se puede pegar una vasija que está rota, pero no volverá a ser la misma.
La metafórica luna de miel de Meghan con la prensa terminó pronto. Después del nacimiento de Archie en mayo de 2019 los artículos negativos sobre ella empezaron a proliferar. Los tabloides ingleses pusieron el foco sobre ella y la casa real inglesa hizo lo imposible por remediar la crisis de comunicación. Semanas más tarde comparecían Kate y Meghan en Wimbledon juntas y aparentemente bien avenidas para acallar lo que era un secreto a voces, su mala relación. Fue contraproducente.
Ya se estaba gestando su exilio voluntario a Estados Unidos, que al principio no lo era tal, pues según el libro querían vivir entre América y el Reino Unido, pero la reina Isabel II no apoyó esta opción a medio camino. Según afirma el autor, Guillermo y Kate Middleton secundaron esta resolución de la soberana. El príncipe Harry se sintió traicionado por su padre, ahora Carlos III, y su hermano. Al año siguiente, los Sussex viajaron a Canadá y poco después se trasladaron definitivamente a Canadá.
Un año más tarde llegó la controvertida entrevista con Oprah Winfrey, en la que manifestaron que en la casa real inglesa habían mostrado preocupación por el color de piel de su hijo Archie. Isabel II se vio obligada a dar un comunicado diciendo que la familia abordaría estas cuestiones en privado y señalaba que «los recuerdos pueden variar». Una frase que el periodista atribuye a Kate Middleton. El príncipe Guillermo dijo a los medios que no eran una familia racista. El malestar contra Harry y Meghan era muy palpable.
Según relata, la princesa de Gales se sintió muy herida por las acusaciones de la entrevista de Oprah y también por las afirmaciones que se vertieron en la serie de Netflix y por ‘Spare’, las memorias de Harry. De hecho, en una versión no editada del libro en Holanda se señalaba a los dos supuestos racistas de la familia real: el príncipe Carlos y su nuera, Kate Middleton. Por supuesto, se hizo desaparecer esas líneas.
El mencionado libro que ve ahora la luz destaca el dolor de Isabel II por la muerte de Felipe de Edimburgo, lo regia que estuvo Kate Middleton en el servicio religioso y el apoyo emocional que dio a su familia política. Destaca también cómo se produjo un encuentro fugaz entre ambos hermanos, que seguían enfrentados, como quedó de manifiesto de nuevo cuando falleció la reina Isabel II. Meghan no fue bienvenida y se quedó en California.
La llegada del cáncer por partida doble a la familia real, sin duda, también ha seguido ahondando en las diferencias. Cuando Carlos III anunció que padecía cáncer de próstata, siempre según el autor, el príncipe Harry voló al Reino Unido para encontrarse con él sin haberlo consensuado en absoluto. Su encuentro apenas duró 30 minutos. Se produjo una tormenta mediática con versiones contradictorias sobre cómo se habían producido los acontecimientos. Ahora, ni está ni se le espera.