Agencia Infobae. Mayo 21, 2024.
El Día Cero se refiere al momento en el que una ciudad o región se enfrenta a la realidad de quedarse sin agua potable debido a una sequía severa o a la mala gestión de los recursos hídricos.
Al llegar a este día, las autoridades locales se ven obligadas a racionar drásticamente el suministro de agua, limitando su acceso solamente para necesidades esenciales como beber y cocinar. Esta situación pone en evidencia la vulnerabilidad de las infraestructuras y la necesidad de implementar políticas sostenibles para la gestión del agua.
México acumula 4 años de sequía y de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), las reservas de agua potable se encuentran cercanas al 45%, mientras que el Sistema Cutzamala, encargado de abastecer al Valle de México, se encuentra por debajo del 30%.
En la Ciudad de México, en el 2019 se puso en marcha el Programa Cosecha de lluvia, el cual consiste en instalar sistemas de captación de agua de lluvia en viviendas ubicadas en zonas que padecen la escasez de este recurso, señaló un reciente estudio del Senado de la República.
Otras medidas han consistido en sectorizar la red hidráulica para reparar fugas y en implementar un programa de rehabilitación de pozos del Sistema Lerma y de algunos ubicados dentro de la propia ciudad.
La investigación del Instituto Belisario Domínguez (IBD) concluye señalando que el “Día Cero”, más allá de una fecha que suscite alarma y preocupación, podría ser considerado como un llamado para acelerar el cambio hacia un modelo de sostenibilidad hídrica que pueda hacer efectivo el derecho humano al agua.
Mediante diversas acciones que van desde la promoción de la cultura del agua y la inversión en proyectos de infraestructura, hasta medidas más radicales como la racionalización y multas por el desperdicio, las principales megaciudades del mundo buscan enfrentar las crisis hídricas que afectan a millones de personas.
Estas medidas buscan evitar el temido “Día Cero”, según destaca un estudio de la Dirección General de Análisis Legislativo del Instituto Belisario Domínguez (IBD).
La investigación, titulada “Retos y estrategias de las megaciudades para evitar el Día Cero”, fue elaborada por Itzkuauhtli Benedicto Zamora Saenz. El estudio señala que todas las megaciudades enfrentan una creciente demanda de agua, aunque sus características geográficas, trayectorias históricas y arreglos institucionales en la gestión del agua varían significativamente, lo que influye en sus estrategias de solución.
En Tokio, por ejemplo, se creó en 1973 un “Plan de Conservación de Agua” con un horizonte a 30 años, que ha permitido reducir el desperdicio de agua al 2%. Actualmente, Tokio se enfoca en asegurar el suministro durante sismos y en el tratamiento avanzado de aguas residuales para su reutilización.
El gobierno de Shanghái ha dado prioridad a mejorar la calidad de las descargas de aguas residuales en cuerpos de agua superficial mediante una mayor infraestructura para su tratamiento. Por otro lado, en São Paulo, se han implementado racionamientos de agua, especialmente durante el período de estiaje, como medidas paliativas en los últimos años.
El estudio del IBD concluye que el “Día Cero”, más que ser una fecha alarmante, debería ser considerado un llamado a acelerar la transición hacia un modelo sostenible de gestión hídrica que garantice el derecho humano al agua.
México está en riesgo de llegar al Día Cero debido a varios factores combinados. Entre los más significativos se encuentran:
El cambio climático ha provocado variaciones extremas en los patrones de precipitación, resultando en sequías frecuentes y graves en diversas regiones del país.
El aumento constante de la población ha incrementado la demanda de agua en áreas urbanas, especialmente en ciudades como Ciudad de México.
Muchas de las infraestructuras hidráulicas son antiguas y presentan fugas significativas, lo que lleva a una pérdida considerable de agua potable.
La sobreexplotación de acuíferos y la falta de políticas eficaces de conservación han exacerbado la escasez de agua.
La contaminación de ríos y lagos por desechos industriales y domésticos reduce la cantidad de agua disponible para el consumo humano.