Agencia El Siglo de Torreón. Agosto 26, 2024.
Calculador y evasivo al extremo, Tomás Zerón de Lucio decidió entregarle a Alejandro Encinas unas cuantas piezas de información para que tuviera algo con qué responder a la urgencia del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de mostrar avances en el esclarecimiento de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.
Encinas Rodríguez había viajado un poco antes a Israel, a mediados de febrero de 2022, para convencer a Zerón de Lucio de que colaborara en la investigación, y a cambio, le había ofrecido inmunidad.
Mientras el antiguo titular de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) dilucidaba si aceptaba la oferta oficial o no, el subsecretario de Derechos Humanos y titular de la Comisión de la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (Covaj), le envió un cuestionario de 70 preguntas.
El jefe policiaco aceptó responderlas y usó la ocasión para regalarle a Encinas información clave e inédita hasta hoy: el presidente Enrique Peña Nieto fue el responsable de armar la “Verdad Histórica” en las juntas de autoridades realizadas en su oficina de Los Pinos, con la presencia de los secretarios de Defensa Nacional, Marina, Gobernación y el director del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen).
Ahí, cuenta el exdirector de la AIC, se le instruyó al procurador Jesús Murillo Karam y al propio Zerón de Lucio a salir a medios de comunicación y dar esa versión de que los 43 estudiantes habrían sido asesinados e incinerados la misma noche en el basurero de Cocula, y que sus restos habrían sido lanzados, después, al río San Juan.
En las más de 18 cuartillas que contienen las respuestas a las 70 preguntas, Zerón de Lucio aprovechó la oportunidad y se esmeró en presentarse como un personaje sin mayor poder, obediente y sumiso, un hombre del sistema que obedecía a sus jefes y cuya palabra no valía mucho en un mundo dominado por las torturas, los marinos, el espionaje, los policías y militares.
En sus respuestas, desconocidas hasta esta fecha, Zerón de Lucio no acepta ninguna responsabilidad de su parte, se ve a sí mismo sólo como un vocero, un instrumento para dar a conocer a la sociedad la “Verdad Histórica”, una verdad a cuya construcción se dice ajeno, pero en ellas hace referencia a elementos hasta ahora no conocidos: el papel de la Unidad de Inteligencia Naval de la Marina, por ejemplo, o las investigaciones paralelas realizadas por el Ejército.
Tomás Zerón de Lucio es una de las piezas clave para desentrañar la verdad de los hechos que llevaron a la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.
“Es un eslabón muy relevante para entender las irregularidades que ocurrieron en la investigación y cómo y quiénes tomaron la decisión de cerrar, al menos públicamente, el caso”, dice Santiago Aguirre Espinosa, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, cuyos abogados son los asesores legales de las familias de los estudiantes de Ayotzinapa.
Como jefe de la Agencia de Investigación Criminal, el brazo investigador de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), Zerón de Lucio, un ingeniero industrial del IPN metido a los sótanos policiacos, era un hombre clave para el entonces presidente Enrique Peña Nieto, con quien había colaborado de manera cercana cuando éste ocupó la gubernatura del Estado de México.
Tomás Zerón no era cualquier policía con mando asignado al caso. “Él era el hombre del presidente en la PGR. El nombramiento de Jesús Murillo Karam era parte de las cuotas políticas que cubrían con otros grupos del priismo. Zerón reportaba a Murillo Karam, sí, pero también lo hacía directamente con Peña Nieto”, considera Santiago Aguirre, y justo por eso, “era un hombre con mucho poder”.
Fábrica de Periodismo obtuvo el cuestionario y sus respuestas a través de una solicitud vía la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública. El documento entregado está rotulado con la leyenda “Anexo 4” y tiene por título “Cuestionario: COVAJ”.
Y en una segunda hoja, que antecede al cuerpo del cuestionario y sus respuestas, aparece una nota que da cuenta del momento en que estaban las negociaciones con Zerón y la esperanza de Encinas de que éste colaborara:
“Se mantiene comunicación con Tomás Zerón para explorar su criterio de oportunidad por cooperación con la investigación. A la fecha dio respuesta al cuestionario que se le hizo llegar y se estableció el compromiso de acercar a sus excolaboradores”.
El cuestionario elaborado por Alejandro Encinas y su equipo está dividido en cinco secciones temáticas: Relacionadas con la “Verdad Histórica”, Relacionadas con el río San Juan, relacionadas con los actos de tortura, relacionadas con actos de encubrimiento de los hechos, y relacionadas con los actos de investigación.
Se le dedican 27 de las 70 preguntas del cuestionario. La intención expresa de esa sección es obtener información sobre quién fue el responsable de crear la versión oficial para desviar las investigaciones y cómo se construyó, de dónde surgieron los elementos para tratar de darle sustento, cuál fue el papel de las autoridades federales en ese proceso, quién ordenó hacer las intercepciones telefónicas de integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos, dónde quedaron esas grabaciones.
Varias de ellas buscan obtener información sobre puntos clave de la investigación: qué ocurría en las llamadas juntas de autoridades realizadas en la oficina de Peña Nieto en Los Pinos, si algún funcionario de alto nivel lo presionó para que saliera a difundir en medios de comunicación el destino de los 43 normalistas en las condiciones que se conocieron como “Verdad Histórica”, cuál fue el paradero final de los estudiantes o cuál fue el móvil que llevó a la desaparición de los jóvenes normalistas.
También se le pregunta a Tomás Zerón sobre el papel que desempeñó el Ejército en la investigación de la desaparición de los 43 estudiantes, en particular sobre las investigaciones paralelas que realizó la Secretaría de la Defensa Nacional, así como el papel de la Secretaría de Marina en la construcción de la “Verdad Histórica”.
La revelación de la existencia de estas juntas de autoridades, realizadas en Los Pinos, ha llamado la atención de especialistas que han trabajado en el tema con profundidad. Una de ellas es Kate Doyle, investigadora senior del National Security Archives (NSA), organización dedicada a desclasificar información de agencias de inteligencia de Estados Unidos sobre casos relevantes de violaciones de derechos humanos en América Latina.
Líder del Proyecto México de NSA y autora de una serie documental sonora sobre la desaparición de los estudiantes normalistas, Kate Doyle considera que es muy importante que se haya mencionado directamente al expresidente Peña Nieto.
“No podemos concluir, así nada más, que Peña Nieto encabezó todo. No sabemos, pero es una pieza de información muy importante. Si el presidente está en la sala, el presidente manda”, dice Doyle, a quien se le compartió el cuestionario y las respuestas para su revisión.
—¿Por qué es importante que haya mencionado directamente a Enrique Peña Nieto?
—Porque Peña Nieto está ausente en la narrativa sobre Ayotzinapa. Cuando he hablado con gente dentro y fuera del gobierno, me han dicho: “Es obvio que el presidente no quería tener este problema en su escritorio. No quería este problema en su agenda. Entonces le dijo a su mano derecha “Zerón, resuélvelo. Haz lo que tengas que hacer”. Por eso me parece significativo que el jefe de la investigación, Tomás Zerón, se refiera a la presencia del presidente.
—La postura oficial y la investigación se ha limitado a funcionarios como Jesús Murillo Karam y Tomás Zerón. Hasta ahí se queda la responsabilidad.
—Exacto, y decisiones de esa naturaleza eran un asunto de Estado.
—No podían tomarlas ni Murillo Karam ni Tomás Zerón por sí mismos.
—Y la Sedena, no hay que olvidar el papel que tuvo el Ejército en las investigaciones.
No importa si abordan los actos de tortura, la implicación de las Fuerzas Armadas, el tema del basurero de Cocula, lugar en donde según la “Verdad Histórica”, se habrían incinerado los cuerpos sin vida de los 43 jóvenes estudiantes, o el móvil que llevó a la desaparición de los normalistas, las respuestas de Tomás Zerón no sólo están impregnadas de ese lenguaje legaloide que busca minimizar su responsabilidad, sino que dejan también una huella de desazón.
—¿Por qué en la conferencia de prensa del 27 de enero de 2015 cambió la versión, donde usted aseguró que en el basurero fue quemado un grupo importante de estudiantes, pero sin aclarar la cantidad de normalistas?
—Ninguna versión en conferencia de prensa, fue elaborada o expuesta a título personal. En mi función de vocero, por instrucciones del procurador general de la República, informaba y daba lectura a los avances de la investigación. Jamás he dicho que en el basurero fueron quemados el total o un número exacto de los estudiantes.
—¿Dónde están los restos de los jóvenes de Ayotzinapa?
—Desconozco en dónde están los restos de los jóvenes de Ayotzinapa.